Cuando una importación finaliza y la mercancía es liberada, muchas empresas consideran
que el proceso aduanero ha terminado. Sin embargo, la realidad es que la Aduana ecuatoriana puede volver a revisar esa operación meses o incluso años después. Este procedimiento se conoce como control posterior, y es una de las herramientas más potentes que tiene el Estado para asegurar el cumplimiento de las normas en el comercio exterior.
Lejos de ser una simple revisión, el control posterior es un proceso técnico y profundo. Su propósito principal es verificar que lo declarado ante la aduana refleje con exactitud la realidad comercial, documental y financiera de la operación. Esto incluye la validación del valor de la mercancía, la clasificación arancelaria correcta, la coherencia de los documentos presentados y el uso adecuado de exoneraciones o beneficios arancelarios.
¿Y qué es lo que busca específicamente la Aduana? Busca detectar errores u omisiones que puedan representar un perjuicio para el Estado. Por ejemplo:
Errores como el uso de facturas genéricas, la omisión de costos indirectos o la falta de soporte bancario pueden derivar en sanciones, ajustes tributarios y auditorías más exhaustivas. La Aduana también evalúa si el operador actuó con negligencia, desconocimiento o, en el peor de los casos, con intención de evasión.
Además, cuando el SENAE detecta irregularidades en los documentos, puede realizar auditorías presenciales o visitas de inspección en las instalaciones de la empresa. El objetivo es comprobar si la mercancía existe, si fue utilizada según lo declarado y si la documentación interna respalda lo informado en aduanas.
Este tipo de fiscalización puede parecer intimidante, pero también representa una oportunidad para que las empresas fortalezcan sus procesos logísticos y de cumplimiento. Implementar controles internos, capacitar al equipo, mantener documentación organizada y contar con asesoría técnica especializada son acciones clave para minimizar riesgos ante una eventual revisión.
En resumen, el control posterior no busca castigar, sino garantizar que las reglas del comercio exterior se respeten. Las empresas que actúan con transparencia, rigor y previsión no solo evitan sanciones, sino que también se posicionan como operadores confiables ante el sistema aduanero.